17 de abril de 2007

GUSTAVO ROJAS PINILLA - Indignidad y contrabando ganadero

Por: Félix Abella
La historia tiene unos encadenamientos subterráneos... al estudiarlos con detención, se encuentra la maquiavélica lógica de su enlace. El general Gustavo Rojas Pinilla era un oficial distinguido y discretamente secundario, en las horas del 9 de abril de 1948. Fue sorprendido por esa candente fecha en Cali, al frente de las tropas locales. Decidió, con celeridad, enviar a Pasto, en avión, a los jefes liberales que pudieran estar asociados a la volcánica protesta. Ese servicio le dio prestigio en las zonas gubernamentales, enemigas de la protesta popular, causada por la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Poco después, Rojas Pinilla fue nombrado en el gabinete ministerial y comenzó a figurar en la órbita nacional.
Durante el gobierno de Roberto Urdaneta Arbeláez, se distinguió por su adhesión al Designado por las palabras efusivas que pronunció en la Escuela Militar. El presidente encargado las agradeció, calificando a su oferente militar como "su escudo y su sostén."

La protesta del presidente titular Laureano Gómez se hizo contra la aplicación posible de la tortura a Felipe Echavarría, en los cuarteles del ejército. Era necesario sancionar drásticamente a Rojas Pinilla. Felipe Echavarría era víctima y actor de un confuso episodio que lo envió detrás de las rejas.
El presidente Gómez viajó intempestivamente a Palacio, para solicitar la destitución inmediata de Rojas Pinilla. La mayoría de los ministros se opuso a la drástica medida. Un solo voto favorable: el de Jorge Leiva, ministro de Obras Públicas. Al asumir Laureano Gómez de nuevo el gobierno. Leiva fue nombrado ministro de Guerra, para que cumpliera las consignas presidenciales. Pero el ministro Leiva fue súbitamente apresado en el acto de reconocimiento en los cuarteles, que ya tenían su sigilosa consigna.

El general Rojas Pinilla marchó hacia Palacio. Las puertas estaban celosamente abiertas. Los ministros reunidos lo recibieron como una solución afortunada. Con la presencia de Mariano Ospina, fue aclamado presidente de la República y el país oyó la conocida frase: "¡No más sangre, no más depredaciones en esta Colombia inmortal!" La Asamblea Constituyente legitimó el golpe que, según la frase de Darío Echandía, no fue un golpe de Estado, sino un golpe de opinión.

El pueblo se movilizó unánime, en favor del mandatario con charreteras. Durante los primeros meses, gozó de amplio prestigio popular. Después fue decayendo la adhesión y tomando forma un movimiento decidido a derrumbarlo. Surgió un líder de reconocida capacidad política e intelectual, Alberto Lleras Camargo. Dirigió hábilmente la política que habría de sustituir al gobierno militar. Y después de caído, el ex presidente fue acusado ante el Senado de la República. Largos debates, oraciones ofensivas y defensivas. El Senado se pronunció categóricamente: "La causal de indignidad por mala conducta, halla asidero en las costumbres y reiteradas violaciones de la ley que se han imputado al señor Rojas Pinilla, quien, al posesionarse de su cargo, juró respetar la Constitución y las leyes de Colombia, juramento que al incumplirse, como él lo hizo, lo hace indigno, por mala conducta en el ejercicio de su cargo."

Una de las objeciones que merecieron la atención preferencial del Senado, se refirió al contrabando de un ganadero llamado Barraza, que introdujo un gran número de reses, por autorización directa del presidente de la República. En las actas del Senado hay constancia de un interesante diálogo en el que el presidente de la Dirección Liberal, Carlos Lleras Restrepo, interrogó personalmente al general Rojas sobre este episodio, que tuvo decisiva influencia en las conclusiones del Senado.
Por unos meses, el general Rojas Pinilla apareció agobiado por la sentencia y arropado en el silencio. Posteriormente, salió de nuevo a la publicidad, como organizador de un movimiento político, que en 1970 pasó a constituir un serio peligro para la candidatura de Misael Pastrana Borrero, estimulada por el Frente Nacional. La diferencia electoral entre los dos contendientes fue mínima. Esta derrota, al borde de la victoria, desilusionó gravemente a los seguidores del rojismo. Pensaron irse a la guerrilla, con las fuerzas de choque de los sectarios y la clandestina acción de la violencia. Sus jefes figuran entre los más destacados partidarios del movimiento popular.

Después de varios años de acción intrépida, bajaron las armas y firmaron la paz. Obtuvieron el perdón y el olvido, la pacífica entrega del Ministerio de Salud y, en las urnas, un resultado insólito, que los llevó a la Constituyente. Allí, el grupo de Navarro Wolff ocupa el primer lugar, por encima de los partidos tradicionales.

La trayectoria es sorprendente, desde los días de Cali al posterior Ministerio, el golpe de opinión, la Presidencia del Estado, el desplome del régimen, la fundación del Frente Nacional, la acusación ante la Cámara y el Senado, las reses de Barraza, la aparición de una vigorosa corriente popular, la vecindad numérica con los sufragios del Frente Nacional, la formación de una agresiva milicia, experimentada en el Terror, la entrega de la espada de Bolívar, la paz y el acceso al gobierno y la participación en la redacción de la nueva Carta constitucional. Todo se enlaza en la creación. Sin el 9 de abril, no se hubieran suscitado el 13 de junio, el 10 de mayo y la nueva fecha en la que los antiguos combatientes tienen confiadas todas sus esperanzas.

2 Observaciones:

Anónimo dijo...

En qué fecha se publicó este artículo. Gracias.

ObservadorSolitario dijo...

El articulo fue publicado en julio de 1991, hace mas de 20Años y el que no aprende historia esta destinado a repetirla.

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