10 de abril de 2007

Los paraísos “socialistas”

Por Jesús Ruiz Nestosa
ABC Digital

SALAMANCA, ESPAÑA. El diario "El País" traía el llamativo y también trágico titular, en grandes letras y cabecera de página: "Un crucero de lujo convertido en patera". Se les llama "pateras" a unos botes muy grandes con motor fuera de borda en los que caben entre ochenta y ciento veinte personas. Son los utilizados por los africanos para tratar de llegar a costas españolas, especialmente las islas Canarias, y así ingresar ilegalmente. Estas pateras con frecuencia se hunden y mueren todos sus ocupantes, o bien se mueren de frío, se pierden, se mueren de hambre, deshidratados. En pocas palabras, la palabra "patera" tiene una significación mucho más dramática que la de los "balseros" en Cuba.

El pasado día 1 entró en vigor la obligatoriedad para los bolivianos de tener visa para ingresar a España. Por lo tanto, en estos últimos meses se registró una verdadera avalancha de inmigrantes provenientes de aquel país. Las cifras son preocupantes. La "patera de lujo" a la que hacía referencia El País era el crucero "Sinfonía" que partió de Buenos Aires y el puerto final era Génova. En la escala de Fortaleza (Brasil), se embarcaron unos ochenta bolivianos con la intención aparente de participar de este viaje de placer. En realidad, sus planes eran desembarcar en algún puerto español y no regresar ya al barco. En Santa Cruz de Tenerife, la policía no les dejó desembarcar, como tampoco pudieron hacerlo en Cádiz y luego en Valencia.

Este grupo de ochenta inmigrantes ya había llamado la atención de los demás pasajeros del barco por su manera de vestir, iban en sandalias o bien con zapatos deportivos casi siempre rotos. No salían casi nunca de sus camarotes donde también comían sin acudir nunca al comedor. El precio de los pasajes de este crucero estaba entre 1.500 y 2.500 euros. En el caso de haber logrado el más barato, cada pasaje les costó unos once millones de guaraníes, para lo que tuvieron que obtener un préstamo en Bolivia que ahora deberán pagar sin haber logrado su objetivo.

Mientras tanto, en Bolivia, la compañía Lloyd Aéreo Boliviano suspendió sus vuelos a España después de haber vendido pasajes mucho más allá de sus posibilidades y dejó en tierra a unos mil quinientos pasajeros, muchos de los cuales iniciaron una huelga de hambre en el aeropuerto de Santa Cruz de la Sierra. En Madrid, muchos bolivianos que deseaban pasar las vacaciones de Semana Santa con sus parientes tampoco pudieron viajar al no haber vuelos. Algunos directivos de LAB fueron detenidos acusados de estafa. Pero con esto no se logró que la gente pudiera hacer el viaje soñado.

La policía española informó que en la última semana de marzo llegaron a Madrid unos cuatro mil bolivianos que de este modo se suman a los trescientos mil que ya están en la península y de los cuales solo 60.000 tienen su situación regularizada. Desde el mes de enero hasta fines de marzo, se calcula que llegó una media de seiscientos bolivianos por día, lo que significa 18.000 por mes.

Hay muchas preguntas que uno se puede hacer. La primera es: ¿por qué le venden esos pasajes tan caros cuando los de las diferentes compañías saben que lo más probable es que no vean de España más que la pequeña habitación en que son retenidos en el aeropuerto antes de ser devueltos a Bolivia?

La segunda: nos atiborraron de propaganda con la llegada de Evo Morales al poder. Por fin un indígena iba a conducir los destinos del país, alguien que conocía desde la cuna los problemas de las clases más marginadas, de las clases olvidadas y explotadas por la "burguesía". ¿Por qué entonces esa ansiedad por abandonar el país? ¿Por qué esa desesperación de hacer incluso aquello que está más allá de sus posibilidades para poder ingresar a la masa de inmigrantes que, en este caso, inunda España? ¿Dónde están la felicidad, la abundancia, el trabajo, la educación que les prometía Evo Morales? Las cifras mencionadas son un referéndum que día a día está negando su vigencia a estos paraísos "socialistas" que prometen Morales, Chávez o Castro. Pongo la palabra socialista entre comillas porque en realidad estos gobiernos solo responden a las ansias de un grupo muy pequeño ávido de poder y de riquezas.

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