Por: Carlos Ball*
El ambiente venezolano se le está complicando a Hugo Chávez. A pesar de que el precio del barril de petróleo se acerca a los 100 dólares, los venezolanos confrontan creciente escasez de alimentos y demás productos esenciales. Debido a absurdos controles de cambio y de precios, a la ineptitud y desbordada corrupción burocrática, al acoso sufrido por los productores nacionales y la lentitud de los servicios portuarios, por primera vez en la historia venezolana se sufre tal escasez. El faltante más notorio es la leche para los niños y este apenas es el prólogo del chavismo estalinista.
Como al gobierno se le viene encima una crisis fiscal de inmensas proporciones, acaba de implantar un impuesto a las transacciones financieras: 1,5 por ciento sobre cada cheque emitido por las empresas. En los sectores que operan bajo precios fijados por el gobierno, como los colegios privados, la distribución de gasolina, gas licuado, medicinas y alimentos esenciales, este nuevo impuesto significa la desaparición de más empresas e industrias pequeñas y medianas.
Según estadísticas de la Confederación Venezolana de Industriales, de 11000 industrias que existían en Venezuela en 1998, quedan menos de 7000. Y cada día más venezolanos se preguntan para qué sirven los controles de precios y de cambio cuando desde hace años sufren una de las peores inflaciones del mundo, como lo reporta la revista The Economist. En depreciación de la moneda, sólo su amigo Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, le gana a Chávez. La otra pregunta es: ¿para qué les sirve el petróleo, que supuestamente desde enero de 1976 pertenece a todos los venezolanos?
En enero habrá una nueva moneda (con tres ceros menos), que el gobierno llama "bolívar fuerte". Chávez asegura que con la nueva moneda los venezolanos podrán comprar más, pero sucederá lo contrario. Una fuerte devaluación está en ciernes, aunque siga aumentando el precio del petróleo.
Mientras los venezolanos confrontan tantas calamidades, Chávez sueña con encabezar una confederación de naciones latinoamericanas, entromete funcionarios, militares y dólares venezolanos en entidades gubernamentales de Bolivia, Nicaragua, Argentina y Ecuador, ofrece refinerías petroleras por donde quiera que viaja y amenaza con medidas aún más radicales contra quienes pretenden producir, distribuir o prestar algún servicio a la población venezolana. En estos días, Chávez está celebrando el retiro de ExxonMobil y Shell de América del Sur, empresas que hace medio siglo tenían cuantiosas inversiones en Venezuela, por lo que entonces las exportaciones venezolanas representaban 60 por ciento del comercio petrolero internacional.
Hoy todo apunta a una crisis sin precedentes. Por eso, su apuro en realizar el referendo el 2 de diciembre para aprobar su nueva Constitución, la número 27, a imagen y semejanza de la que oprime salvajemente a los cubanos.
Chávez está seguro de ganar el referendo porque la oposición vive bajo serias amenazas, cada día él ejerce mayor control sobre la radio y televisión, manipula como quiere al Consejo Nacional Electoral, el registro de electores es un secreto de Estado para que nadie pueda investigar ni comprobar irregularidades (muertos y fantasmas que votan, cubanos y otros extranjeros reciben cédulas venezolanas apenas llegan al país), el sistema electrónico de votación es inauditable y cuenta con cómplices de amplia experiencia en conteos fraudulentos.
Además, muchos opositores no votarán porque la reforma propuesta irrespeta descaradamente los fundamentos de la Constitución vigente, la cual señala que los derechos ciudadanos, como el voto, la libertad de pensamiento, de expresión y de asociación, el debido proceso, la libre iniciativa, la competencia, la propiedad del fruto del trabajo y la libertad de estudiar no son negociables, no se pueden limitar ni están sujetos a votaciones por mayorías incidentales.
Contrario a la propaganda oficial, Chávez es el gobernante venezolano que a lo largo de nuestra historia menos se ha parecido cultural o ideológicamente a Simón Bolívar.
* Director de la agencia AIPE.
El ambiente venezolano se le está complicando a Hugo Chávez. A pesar de que el precio del barril de petróleo se acerca a los 100 dólares, los venezolanos confrontan creciente escasez de alimentos y demás productos esenciales. Debido a absurdos controles de cambio y de precios, a la ineptitud y desbordada corrupción burocrática, al acoso sufrido por los productores nacionales y la lentitud de los servicios portuarios, por primera vez en la historia venezolana se sufre tal escasez. El faltante más notorio es la leche para los niños y este apenas es el prólogo del chavismo estalinista.
Como al gobierno se le viene encima una crisis fiscal de inmensas proporciones, acaba de implantar un impuesto a las transacciones financieras: 1,5 por ciento sobre cada cheque emitido por las empresas. En los sectores que operan bajo precios fijados por el gobierno, como los colegios privados, la distribución de gasolina, gas licuado, medicinas y alimentos esenciales, este nuevo impuesto significa la desaparición de más empresas e industrias pequeñas y medianas.
Según estadísticas de la Confederación Venezolana de Industriales, de 11000 industrias que existían en Venezuela en 1998, quedan menos de 7000. Y cada día más venezolanos se preguntan para qué sirven los controles de precios y de cambio cuando desde hace años sufren una de las peores inflaciones del mundo, como lo reporta la revista The Economist. En depreciación de la moneda, sólo su amigo Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, le gana a Chávez. La otra pregunta es: ¿para qué les sirve el petróleo, que supuestamente desde enero de 1976 pertenece a todos los venezolanos?
En enero habrá una nueva moneda (con tres ceros menos), que el gobierno llama "bolívar fuerte". Chávez asegura que con la nueva moneda los venezolanos podrán comprar más, pero sucederá lo contrario. Una fuerte devaluación está en ciernes, aunque siga aumentando el precio del petróleo.
Mientras los venezolanos confrontan tantas calamidades, Chávez sueña con encabezar una confederación de naciones latinoamericanas, entromete funcionarios, militares y dólares venezolanos en entidades gubernamentales de Bolivia, Nicaragua, Argentina y Ecuador, ofrece refinerías petroleras por donde quiera que viaja y amenaza con medidas aún más radicales contra quienes pretenden producir, distribuir o prestar algún servicio a la población venezolana. En estos días, Chávez está celebrando el retiro de ExxonMobil y Shell de América del Sur, empresas que hace medio siglo tenían cuantiosas inversiones en Venezuela, por lo que entonces las exportaciones venezolanas representaban 60 por ciento del comercio petrolero internacional.
Hoy todo apunta a una crisis sin precedentes. Por eso, su apuro en realizar el referendo el 2 de diciembre para aprobar su nueva Constitución, la número 27, a imagen y semejanza de la que oprime salvajemente a los cubanos.
Chávez está seguro de ganar el referendo porque la oposición vive bajo serias amenazas, cada día él ejerce mayor control sobre la radio y televisión, manipula como quiere al Consejo Nacional Electoral, el registro de electores es un secreto de Estado para que nadie pueda investigar ni comprobar irregularidades (muertos y fantasmas que votan, cubanos y otros extranjeros reciben cédulas venezolanas apenas llegan al país), el sistema electrónico de votación es inauditable y cuenta con cómplices de amplia experiencia en conteos fraudulentos.
Además, muchos opositores no votarán porque la reforma propuesta irrespeta descaradamente los fundamentos de la Constitución vigente, la cual señala que los derechos ciudadanos, como el voto, la libertad de pensamiento, de expresión y de asociación, el debido proceso, la libre iniciativa, la competencia, la propiedad del fruto del trabajo y la libertad de estudiar no son negociables, no se pueden limitar ni están sujetos a votaciones por mayorías incidentales.
Contrario a la propaganda oficial, Chávez es el gobernante venezolano que a lo largo de nuestra historia menos se ha parecido cultural o ideológicamente a Simón Bolívar.
* Director de la agencia AIPE.
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