Decir que las FARC son crueles y cínicas puede resultar una perogrullada. Esas dos características de la organización narcoguerrillera son archiconocidas. Lo ha dicho muchas veces el presidente Uribe: las FARC son mentirosas, a las FARC no se les puede creer, las FARC son tramposas. La crueldad de las FARC se manifiesta casi a diario con secuestros y asesinatos. También se hace patente en los constantes atentados terroristas y ataques a la fuerza pública. Justo ahora, cuando finge participar en una operación humanitaria, anuncia una "ofensiva general" para tratar de hacer sucumbir la democracia colombiana.
Pero el colmo de los colmos del cinismo ha sido el "gesto de desagravio" a Chávez que contempla la liberación de tres rehenes entre los cuales supuestamente se contaba el niño Emmanuel. La crueldad de las FARC llega al extremo de intentar usar a una criatura inocente como ficha de cambio en la farsa que montaron con el visto bueno de Chávez. Esto es un crimen imperdonable.
Esta vez el cinismo de las FARC las llevó a mentir no solamente al presidente Uribe, a su gobierno, a los colombianos y a toda la opinión pública internacional, sino que le mintieron descaradamente a su principal aliado, Hugo Chávez, cuando le ofrecieran entregarle a Emmanuel, junto con su madre y la ex diputada Consuelo González de Perdono, a sabiendas de que el niño no se encontraba en su poder.
Chávez, cayó en la trampa que él mismo se armó para buscar protagonismo, de la cual no pudo salir. Ha quedado en ridículo ante el mundo y ante las propias FARC. Mientras inventaban excusas para retardar la información sobre las coordenadas del sitio donde debía efectuarse la entrega de los rehenes -que si el mal tiempo, que si las actividades militares en la zona- un emisario de las FARC trataba de recuperar al niño que dos años antes había dejado en un hospital victima de paludismo, leishmaniasis, desnutrición, diarrea aguda y quién sabe cuántas dolencias más.
Pero ocurrió algo parecido a lo que sucedió en el caso del maletín de los 800 mil dólares. Cuando estalla el escándalo del fraude que pretendían cometer las FARC, el emisario, Crisanto Gómez, no solamente pidió protección a las autoridades, sino que cantó. Confesó que no era ni el tío abuelo, ni el padre, ni nada del niño. Dijo que en el 2005 miembros del "frente primero" de las FARC -cuyos nombres y demás detalles proporcionó- le habían entregado el niño porque su suegro, de origen indígena, es un curandero y además, como tiene siete hijos, un octavo niño podía pasar desapercibido. O sea que la hipótesis del presidente Uribe estaba requeteconfirmada cuando la planteó. Gómez reveló además que las FARC lo amenazaron de muerte si no devolvía el niño antes del 30 de diciembre. También dijo que las FARC le habían ofrecido dinero para la comida del niño pero nunca le dieron nada.
Pero ¿por qué las FARC se deshicieron del niño? El policía John Pinchao dijo que las FARC estaban molestas porque el niño hacía mucho ruido. Pero debe haber habido algo más. Según cuenta el periodista colombiano Jorge Botero, "el pequeño llegó al mundo en medio de la precariedad de la selva. En el parto la rehén apenas contó con la asistencia de un médico y una integrante del grupo rebelde que fungió como ayudante. Debido a las condiciones extremas, sin instrumentos técnicos... le practicaron una cesárea improvisada con un cuchillo de cocina que desinfectaron con candela" (El Nacional, 06-12-08 Pág. 12). Según Pinchao, al bebé le partieron el brazo cuando lo halaron mal al momento de nacer. Seguramente el bebé sufría enormemente y lloraba incesantemente por el dolor que le causaba la fractura. Los guerrilleros (supongo que contra la voluntad de la madre) decidieron alejarlo del campamento para evitar que el llanto atrajera a las fuerzas de seguridad del Estado. El niño se había convertido en un peligro para "el frente primero".
Todo esto origina otra interrogante: ¿Por qué las FARC ofrecieron entregar un rehén que ya no estaba en su poder? La respuesta a esta pregunta sólo podrá conocerse cuando liberen a Clara Rojas si es que efectivamente la narcoguerrilla cumple con el resto del gesto de desagravio que le ofreció a Chávez. Seguramente contaban con recuperarlo a tiempo. En su crueldad sin límites trataron de secuestrarlo para ofrecerlo como parte del cambalache que todavía no se sabe cuánto representó para el erario venezolano en términos de precio y costo de la logística.
Lo cierto es que con el supuesto acto de desagravio tanto la guerrilla como Chávez han quedado muy mal paradas. Uno no puede contentarse con lo ocurrido hasta ahora, que ha impedido (retardado, esperamos) la liberación de Clara Rojas y de Consuelo González. Todo el mundo daba como un hecho la liberación de los rehenes. Pero también todo el mundo está contento porque el desenlace ha servido para poner en evidencia, una vez más, el cinismo y, pesar de la participación de Piedad, la despiadada crueldad de las FARC, para desprestigiarlas todavía más y para poner también en ridículo a Chávez. Pero también quedaron mal parados los gobiernos que se prestaron para servir de "garantes" de la farsa montada por Chávez y la narcoguerrilla. Es triste constatar que gobiernos que deberían comportarse seriamente se apresuraron a participar en ese vergonzoso sainete.
Afortunadamente, a pesar de las incidencias grotescas protagonizadas por Chávez y por las FARC, esta tragicomedia ha tenido un final feliz. El niño Emmanuel regresará pronto al seno de su familia genuina y en espera de que liberen a la madre, los parientes de Clara Rojas podrán brindarle el calor de hogar, el amor y los cuidados que desde que nació no ha podido recibir.
Las FARC, como Chávez, nunca admiten la derrota. Como en aquella canción mexicana, nunca pierden y cuando pierden arrebatan tratando de engañar haciendo aparecer la derrota como una victoria. Las FARC reconocieron que el bebé encontrado por el gobierno es efectivamente Emmanuel, pero dicen que fue el presidente Uribe quien lo secuestró. Es decir que por arte de magia se lo arrebató de las manos a la guerrilla a pesar de que no lo tenían en su poder.
Pero el colmo de los colmos del cinismo ha sido el "gesto de desagravio" a Chávez que contempla la liberación de tres rehenes entre los cuales supuestamente se contaba el niño Emmanuel. La crueldad de las FARC llega al extremo de intentar usar a una criatura inocente como ficha de cambio en la farsa que montaron con el visto bueno de Chávez. Esto es un crimen imperdonable.
Esta vez el cinismo de las FARC las llevó a mentir no solamente al presidente Uribe, a su gobierno, a los colombianos y a toda la opinión pública internacional, sino que le mintieron descaradamente a su principal aliado, Hugo Chávez, cuando le ofrecieran entregarle a Emmanuel, junto con su madre y la ex diputada Consuelo González de Perdono, a sabiendas de que el niño no se encontraba en su poder.
Chávez, cayó en la trampa que él mismo se armó para buscar protagonismo, de la cual no pudo salir. Ha quedado en ridículo ante el mundo y ante las propias FARC. Mientras inventaban excusas para retardar la información sobre las coordenadas del sitio donde debía efectuarse la entrega de los rehenes -que si el mal tiempo, que si las actividades militares en la zona- un emisario de las FARC trataba de recuperar al niño que dos años antes había dejado en un hospital victima de paludismo, leishmaniasis, desnutrición, diarrea aguda y quién sabe cuántas dolencias más.
Pero ocurrió algo parecido a lo que sucedió en el caso del maletín de los 800 mil dólares. Cuando estalla el escándalo del fraude que pretendían cometer las FARC, el emisario, Crisanto Gómez, no solamente pidió protección a las autoridades, sino que cantó. Confesó que no era ni el tío abuelo, ni el padre, ni nada del niño. Dijo que en el 2005 miembros del "frente primero" de las FARC -cuyos nombres y demás detalles proporcionó- le habían entregado el niño porque su suegro, de origen indígena, es un curandero y además, como tiene siete hijos, un octavo niño podía pasar desapercibido. O sea que la hipótesis del presidente Uribe estaba requeteconfirmada cuando la planteó. Gómez reveló además que las FARC lo amenazaron de muerte si no devolvía el niño antes del 30 de diciembre. También dijo que las FARC le habían ofrecido dinero para la comida del niño pero nunca le dieron nada.
Pero ¿por qué las FARC se deshicieron del niño? El policía John Pinchao dijo que las FARC estaban molestas porque el niño hacía mucho ruido. Pero debe haber habido algo más. Según cuenta el periodista colombiano Jorge Botero, "el pequeño llegó al mundo en medio de la precariedad de la selva. En el parto la rehén apenas contó con la asistencia de un médico y una integrante del grupo rebelde que fungió como ayudante. Debido a las condiciones extremas, sin instrumentos técnicos... le practicaron una cesárea improvisada con un cuchillo de cocina que desinfectaron con candela" (El Nacional, 06-12-08 Pág. 12). Según Pinchao, al bebé le partieron el brazo cuando lo halaron mal al momento de nacer. Seguramente el bebé sufría enormemente y lloraba incesantemente por el dolor que le causaba la fractura. Los guerrilleros (supongo que contra la voluntad de la madre) decidieron alejarlo del campamento para evitar que el llanto atrajera a las fuerzas de seguridad del Estado. El niño se había convertido en un peligro para "el frente primero".
Todo esto origina otra interrogante: ¿Por qué las FARC ofrecieron entregar un rehén que ya no estaba en su poder? La respuesta a esta pregunta sólo podrá conocerse cuando liberen a Clara Rojas si es que efectivamente la narcoguerrilla cumple con el resto del gesto de desagravio que le ofreció a Chávez. Seguramente contaban con recuperarlo a tiempo. En su crueldad sin límites trataron de secuestrarlo para ofrecerlo como parte del cambalache que todavía no se sabe cuánto representó para el erario venezolano en términos de precio y costo de la logística.
Lo cierto es que con el supuesto acto de desagravio tanto la guerrilla como Chávez han quedado muy mal paradas. Uno no puede contentarse con lo ocurrido hasta ahora, que ha impedido (retardado, esperamos) la liberación de Clara Rojas y de Consuelo González. Todo el mundo daba como un hecho la liberación de los rehenes. Pero también todo el mundo está contento porque el desenlace ha servido para poner en evidencia, una vez más, el cinismo y, pesar de la participación de Piedad, la despiadada crueldad de las FARC, para desprestigiarlas todavía más y para poner también en ridículo a Chávez. Pero también quedaron mal parados los gobiernos que se prestaron para servir de "garantes" de la farsa montada por Chávez y la narcoguerrilla. Es triste constatar que gobiernos que deberían comportarse seriamente se apresuraron a participar en ese vergonzoso sainete.
Afortunadamente, a pesar de las incidencias grotescas protagonizadas por Chávez y por las FARC, esta tragicomedia ha tenido un final feliz. El niño Emmanuel regresará pronto al seno de su familia genuina y en espera de que liberen a la madre, los parientes de Clara Rojas podrán brindarle el calor de hogar, el amor y los cuidados que desde que nació no ha podido recibir.
Las FARC, como Chávez, nunca admiten la derrota. Como en aquella canción mexicana, nunca pierden y cuando pierden arrebatan tratando de engañar haciendo aparecer la derrota como una victoria. Las FARC reconocieron que el bebé encontrado por el gobierno es efectivamente Emmanuel, pero dicen que fue el presidente Uribe quien lo secuestró. Es decir que por arte de magia se lo arrebató de las manos a la guerrilla a pesar de que no lo tenían en su poder.
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