11 de septiembre de 2007

Cuatro golpes de gracia

La captura de Diego Montoya, uno de los 10 hombres más buscados por el FBI, se suma a la muerte de Tomás Medina, alias el Negro Acacio, y a la caída en Brasil de Juan Carlos Abadía. Sin duda, un momento histórico para las Fuerzas Militares y de Policía.

En las últimas ocho semanas, las cosas se les están dando a las Fuerzas Militares y de Policía. Los resultados son inobjetables y animan al país a seguir confiando en nuestra fuerza pública, en su incansable tarea de darles bienestar y seguridad a todos los colombianos.

El pasado 18 de julio, en jurisdicción de Uribe en el departamento del Meta, el Ejército Nacional atacó el campamento de uno de los líderes guerrilleros más importantes de las Farc, Carlos Antonio Lozada, quien logró escapar herido, pero no tres de sus hombres de confianza quienes murieron en el acto. Allí se encontró material muy valioso que está en manos de las autoridades y que ya tiene consecuencias internacionales, como es el triste diario de la guerrillera holandesa Tanja Nijmeijer.

Pocos días después de ese suceso, el 7 de agosto, llegó la noticia de Brasil: Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, uno de los narcotraficantes más buscados en el mundo, había sido capturado en Sao Paulo con ayuda de la inteligencia militar colombiana, estadounidense y brasileña. La captura desencadenó una serie de investigaciones en Colombia, como la incautación de algunos bienes del narcotraficante y la identificación de rutas del ilícito.

Este primero de septiembre, en Buenos Aires, un punto geográfico entre Barranco Minas y San José del Guaviare, durante la operación denominada Sol Naciente, fue dado de baja Tomás Medina Caracas, alias el Negro Acacio, quien cayó abatido, al lado de otros 17 guerrilleros, en un bombardeo sin precedentes en la historia de la lucha antiguerrilla. Este ha sido uno de los golpes más duros recibidos por la subversión en los últimos años, y máximo en valor militar en un territorio que se creía inexpugnable y santuario impenetrable de las Farc.

Y, finalmente ayer, 10 de septiembre, durante la operación denominada Simeón, desarrollada en la finca El Pital, en el municipio de Zarzal, Valle del Cauca, fue capturado con 10 delincuentes más, uno de los narcotraficantes más buscados por el FBI: Diego Montoya Sánchez, alias Don Diego, por quien se ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares.

Sobre los coletazos de esta captura no hay mucho qué decir, pues sólo ahora se empezarán a unir los cabos sueltos y a cotejar la información que las autoridades le puedan lograr sacar al importante capo de las drogas del norte del Valle. No obstante, ya se empiezan a desgranar varias operaciones de menor escala en la zona para dar con el paradero de sus lugartenientes, que dominaban varios municipios de esta rica región y quienes habían logrado infiltrar algunos organismos de control y seguridad.

Bien lo ha dicho el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos: estos últimos logros de las Fuerzas Militares y de Policía son un premio al valioso trabajo de muchos años y a la línea que este Gobierno viene dando con la política de Seguridad Democrática. Por los resultados de las últimas operaciones podemos festejar que hay un Ejército a la ofensiva; una Policía que genera confianza y da resultados; una Fuerza Aérea que cubre el territorio nacional y brinda seguridad y una Armada motivada para coadyuvar con esos colombianos que se enfrentan con los actores armados ilegales.

Podemos esperar que estos hechos, específicamente militares, sean una muestra al mundo de que tenemos un Gobierno con una idea clara y firme de lo que es combatir al narcotráfico y al terrorismo. Sin duda alguna, estas trepidantes últimas ocho semanas le cambiarán la cara al conflicto colombiano, penetrado transversalmente por el flagelo del narcotráfico.


2 Observaciones:

Anónimo dijo...

Hombre observador solitario, queria invitarlo a que se pegeu una pasadita por mi blog...


gusto en conocerlo


un saludo

http://politicario.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Siempre es bueno que las fuerzas militares ganen en legitimidad, caso extraño en Colombia a diferencia del resto de paises latinoamericanos, donde no contamos con una fuerza armada que cuente con un prestigio tan alto.

saludos

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